Las sociedades postindustriales son las propias de los países más desarrollados: Estados Unidos, Canadá, los países occidentales de la Unión Europea, Japón y Australia.
En su caso a las personas que acumulan conocimientos se les califica como hombres cultos y pueden no serlo, ya que se puede llegar a ser un gran técnico o un científico, un maestro y como les decíamos hasta ser un gran sabio y no ser un hombre culto.
Existen grandes profesionistas, con diplomados, maestrías y doctorados que no lo son.
Por otro lado un aborigen de Australia o de la selva amazónica o de Indonesia o tal vez un esquimal, sin conocimientos científicos, ni siquiera los que nosotros consideramos como básicos como son la escritura y la lectura o las matemáticas, considerarse culto, por destacarse dentro de un grupo homogéneo cultural, o sea, ser un hombre culto dentro de los parámetros de su propia cultura.
Porque cultura es el conjunto de rasgos distintivos únicos, costumbres, manifestaciones y comportamientos místicos, religiosos, materiales, intelectuales entre otros que familiarizados caracterizan o identifican a una sociedad o grupo social en un periodo determinado.
A la trascendencia de este periodo se le llama era cultural, de la que se desprende una práctica generalizada de estas actividades que norman una forma de vida y de ellas emanan los reglamentos que rigen a un grupo social durante una o más generaciones.
El término ''cultura'' engloba además modos de vida, modas y costumbres, gastronomía, religión, ceremonias, arte, invenciones, tecnología, sistemas de valores, derechos fundamentales del ser humano, tradiciones y creencias, pero sobre todo su propia historia.
A través de la cultura se expresa el hombre, toma conciencia de sí mismo, cuestiona sus realizaciones, busca nuevos significados y crea obras que le trascienden.
Los hombres que más acumulan estos conocimientos y que tienen la capacidad de transmitirlos son los que llegan a darle vida a una cultura.
A estos si se les puede llamar hombres cultos. Todas las grandes culturas como La sumeria, La indostana, La china, La egipcia, la hebrea, tuvieron sus hombres educados, sabios, eruditos, grandes maestros cuyos conceptos siguen siendo útiles, vigentes y actuales; la cultura occidental actual hereda de la cultura griega y Romana las bases de casi todas las ciencias modernas. La filosofía, las matemáticas, la política y la democracia.
A una manifestación específica se le puede señalar como Cultura de tal cosa, como en: Cultura de clase; forma cultural propia y exclusiva de cada clase social como pueden serlo la burguesía y las clases laboristas, los campesinos, los capitalistas y los marginados, clasificaciones que hacen los filósofos socialistas y los marxistas.
Aunque hay quienes no aceptan estas divisiones ya que insisten en que la pluralidad es parte de una estructura social, es decir que en una misma familia pueden existir buenos y malos, altos y bajos, gordos y flacos etc.
El concepto de cultura de clase es ambiguo y polémico, ya que algunos autores consideran que sólo existe una cultura común y no culturas peculiares de cada clase social; otros, defienden la subcultura de clase.
Esto es causa y consecuencia del espíritu de conquista del ser humano, todas las sociedades que llegan a su madurez cultural, sienten la necesidad de protegerla universalizándola, no aceptan la vialidad de existencia con otras y terminan exportándola e imponiendo su doctrina a otras sociedades relacionadas con ella.
Los grandes conquistadores se basaron en este principio, mas que el afán de poseer más bienes materiales, fue su hegemonía cultural lo que los motivo.
Es por esto que somos escépticos en aceptar que hemos podido crear una sólida cultura latinoamericana, todas nuestras naciones provienen de una conquista; pero el conquistador no había cimentado una cultura trascendental, ellos también provenían de una nación que había sido conquistado por otra cultura, cuyas bases culturales eran muy vastas, pero que no lograron tampoco imponerla del todo, en ese caso la religión se impuso a las ciencias y por mas de 700 años las guerras entre árabes y españoles tuvieron mas el carácter religioso que cultural.
Eso fue lo que también sucedió en la conquista de América, fue imponer la hegemonía de la religión católica sobre las autóctonas, antes que el fomento de una nueva cultura regional.
De ahí que nuestras sociedades emergentes ya liberadas no tuvieran una base cultural propia, hemos ido adquiriendo anárquicamente otros modelos culturales, importando estilos y modas, ejemplificando sobre todo la de sociedades que han logrado avances tecnológicos y económicos aparentemente superiores a los nuestros. En una gran parte tratamos de imitarlos sin entenderlos.
Y decimos aparentemente porque insistimos en que no son ni la ciencia ni la tecnología, manifestaciones de una cultura integral, solo son los resultados. Aunque no lo aceptemos, tenemos que reconocer que nuestras bases culturales se alejan cada vez más de la ortodoxia de lo que podría ser una cultura propia. Vamos perdiendo nuestras raíces.
Por un lado utilizamos y aprovéchanos la herencia cultural hispana, pero por otro renegamos de ella y nos decimos (Sin bases) identificados con las culturas que originalmente poblaron nuestro territorio.
Esto es materialmente imposible, durante los 500 años de la dominación colonial, estas culturas (que además su máximo esplendor cultural había sido en otra era, mas 500 años antes de la conquista), fueron totalmente extinguidas, lo que quedo de ellas fueron etnias humanamente confundidas, degradadas por sometimiento y sin rasgos culturales propios, un mestizaje de raza, pero sin las características propias de una cultura trascendental.
Esta carencia de una identidad clara y definida, nos aleja cada vez más de poder cimentar una cultura propia y autentica y nos convierte en algo híbrido culturalmente hablando.
Inclusive nuestra verdad histórica ha sido tergiversada en aras de intereses políticos y económicos.
La globalización y sus efectos económicos, la importación de costumbres y modelos de conducta inadecuados o incompatibles con nuestra propia idiosincrasia, están fomentando entre las nuevas generaciones iberoamericanas la creación de extraños comportamientos sociales, que sin descalificar su autenticidad ya que provienen sobre todo de la subcultura
afro americana o de la sajona muy diferentas a nuestras raíces, pero que están evitando la homogenización cultural.
Cada clase o estrato social mantiene actitudes, comportamientos y modos de vida peculiares que dan como resultado formas y valores culturales propios.
El antropólogo estadounidense Oscar Lewis denominó "cultura de la pobreza" a las formas culturales de la clase baja, de los marginados del desarrollo moderno. Al estudiar a diversas familias mexicanas en situación de extrema precariedad, señaló que las características de la ''cultura de la pobreza'' son universales, ya que son similares en todas las regiones.
Para Lewis es la incultura la cuna de la miseria, el espíritu gregario, la violencia doméstica, las uniones consensuales, el fatalismo o abandono y el autoritarismo son situaciones típicas que se dan en cualquier situación de pobreza.
¿Pero es imposible desarrollar una verdadera cultura mexicana? ¡Por supuesto que no!
Por principio de cuentas debemos de empezar por desterrar la demagogia de nuestros conceptos de raza y raíces. Aceptarnos que en este aspecto somos heterogéneos.
Podemos, aquí sí, ejemplificar esta característica de la sociedad norteamericana, su riqueza cultural proviene de esa gran mezcla de razas y raíces multinacionales. Nosotros somos más homogéneos.
Tenemos una historia propia y bases, pero hay que desligar el concepto CULTURA de intereses políticos, alejar a los centros culturales lo mas posible del manipuleo doctrinario o partidista.
Convertirlos en santuarios del saber y permitir que los jóvenes vallan adquiriendo sus conocimientos sociales y su propia doctrina acorde al avance de su madurez. Incluyendo la política, el sexo, la moral, el materialismo y la economía. Pero siempre bien asesorados.
El fomento de las bellas artes es vital, el urbanismo y la educación cívica; las prácticas deportivas y la religión también lo son. Imposible desligar la creación de las grandes culturas sin la influencia de estas actividades.
Pero sobre todo es concientizarse de que una cultura propia no se puede crear de la noche a la mañana, una era cultural se forja durante centurias.
Por ejemplo la cultura anglosajona actual lleva creándose más de 900 años; Shakespeare sigue siendo su ejemplo en literatura y vivió hace 450 años. Nosotros debemos aceptar que Cervantes es parte de nuestra herencia cultural.
Tampoco estamos en pañales, tenemos una sólida base, muchos y valiosos elementos culturales auténticos utilizables, hombres capaces, instituciones e instalaciones excelentes.
Como decía, lo único es desligarlas de intereses egoístas y dejarlas ser libremente, dejar que la verdad fluya y nuestra propia aceptación, revelar nuestro orgullo.
La cultura no se da por decreto ni capricho, primero hay que sembrarla, fomentarla y nutrirla.